Tlaltenango se ubica al norte de la ciudad de Cuernavaca, ahí donde Hernán cortés levantó un ingenio azucarero del mismo nombre. En la actualidad, Tlaltenango ya forma parte de la ciudad, sin embargo aún conserva un extraordinario sabor colonial gracias a los templos de la Virgen de los Milagros y de San José, en donde año con año se lleva a cabo una vistosa feria en honor de la imagen de Nuestra Señora a la que acuden creyentes, artesanos y danzantes de los estados de Puebla, Estado de México y Michoacán, para venerarla y disfrutar de la algarabía de una verbena popular, que ofrece a los paseantes infinidad de artesanías, regalos, platillos mexicanos y juegos mecánicos. Esta se instala en la Avenida Emiliano Zapata, en torno a la iglesia; la fiesta de Nuestra Señora de Tlaltenango culmina el día 8 de septiembre por la noche.
Se edificó en 1730, para albergar a Nuestra Señora de los Milagros de Tlaltenango, aparecida en agosto de 1720, la que permaneció por diez años en la iglesia de Nuestro Padre Señor San José, construida por Hernán Cortes en 1523, en el viejo pueblo de Zacanco tultenanco, hoy Tlaltenango.
Este santuario que algunos creen construido por José de la Borda, aunque no haya testimonio de ello, tenía en 1850 un retablo cincelado hecho con donativos del pueblo, encabezado por María de los Angeles Pérez Palacios, pero fue substituido por el actual ciprés.La torre se eligió en 1884 a 1886, y alberga la campana más grande que hay en Morelos, fundida en Atlacomulco, cuyas inscripciones dicen: “Nuestra Señora de los Milagros de Tlaltenango”.