En medio de una zona residencial de Cuernavaca, los vestigios de la cultura prehispànica surgen ante la mirada atónita de propios y extraños al descubrir lo que por su magnificencia, debió ser uno de los adoratorios más importantes de la región.Descubierta por la cureña de un cañón colocado en la cima de un cerro conocido en la ciudad como el mogote en 1915, y explorada en 1920, por Don Manuel Gamio Y EL Señor Rafael Raigadas Vèrtiz.
Este edificio fue construido durante la dominación de los grupos Tlahuicas, en una época contemporánea a la Azteca. Este basamento tiene similitud con los de Tenayuca, Santa Cecilia y San Bartolo Naucapan.Los restos de Teopanzolco son de estimable valor arqueológico, pues pocos son los edificios que conservan sus basamentos con restos del templo, como Teopanzolco, que conserva de cámaras rectangulares con pórtico y pilares en cada esquina sobre los que se sostenía el techo de paja.Teopanzolco significa “en el tiempo viejo”. Teopanzolco está formado en su basamento por dos estructuras piramidales adosadas, que nos marcan épocas distintas.
El basamento exterior es de un solo cuerpo, con doble escalinata al poniente: la interior, separada por un foso que hicieron en las exploraciones, más alta y más antigua y parece iniciada por un basamento piramidal, semejante al antiguo “teocalli Mayor de Tenochitlàn”. En la parte superior tiene su adoratorio y doble escalinata con albardas.
En los muros del templo hay empotradas, a distancias iguales, pequeñas cabezas de coyotes; esté templo estuvo dedicado seguramente a deidades agrícolas, como: Tlàloc, dios de la lluvia y a xilonen diosa del maíz tierno y del trueno.El templo es uno de los mejor conservados del país y su importancia radica en que el 21 de marzo de cada año marca el equinoccio de la primavera; por lo que la diferencia de alineamiento entre las dos estructuras puede deberse a un ajuste de calendario.